El fin de semana del 13 de noviembre tuve la fortuna de asistir a un evento literario en Lloret de Mar y allí conocer, pero sobre todo escuchar, a escritores de largo recorrido de los que siempre se aprende.

Gran familia la que nos acogió a mí y a mi mujer y a mi hijo. Encima nos salió el sol. Toda una suerte. Lloret resulta ser, ya de por sí, una ciudad interesante bañada por el Mediterráneo, pero rodeada de letras, brilla bajo un encanto inigualable.

Lo de menos fue dar a conocer mi obra, mi primera novela: Llueve en las farolas, pues libros no faltaban allí. Para casa me llevé unos cuantos. Si queremos comunicarnos y llegar a los demás con la palabra escrita no pueden faltar nunca las buenas lecturas.

Leer es vivir y soñar al mismo tiempo. Leer es un libro encima de la mesilla. Leer es una puerta a la empatía.

Aquí entrando al hotel.

Hotel Roger de Flor. Muy recomendable.

Mención especial para dos personas.

Primera de ellas: Angelique Pfitzner, comisaría del evento y una persona muy entrañable y cercana. Gran anfitriona. Lleva ya cuatro años a los mandos de Lloret Negre y gracias a su carisma el evento no deja de crecer. Ella es luz y máquina de escribir, pues Angelique también es escritora. Ahora mismo estoy con su novela Los niños del éxodo. Tiene muy buena pinta.

Angelique, volveremos a Lloret Negre, gracias por facilitarnos tanto la estancia.

Y la otra persona resulta ser un escritor finalista en su día del Premio Planeta, pero sobre todo creador excelso y gran conversador. Estoy hablando de Rubén García Cebollero, con el que tuve y tuvimos la suerte de convivir. Un abrazo desde aquí a su mujer y a su hija por lograr que nos sintiéramos como en casa.

Entre sus obras varios poemarios que ya he tenido la suerte de leer como Después de la tormenta, y también novelas donde su concienzudo trabajo de documentación facilita entrar de cabeza en cada una de las historias que propone. Sobre la nieve roja, Ebro 1938, Crónicas de un secreto, Todo el tiempo del mundo… 

Rubén posee una mente realmente lúcida y su prosa, en especial la que encontré en Sobre la nieve roja, evidencia una gran sensibilidad.

Admito que las relaciones surgidas entorno a estos eventos siempre son satisfactorias y enriquecedoras.

Aquí, Rubén y yo firmando ejemplares.

El fin de semana dio para mucho. Me volví con un gran sabor de boca y ganas de continuar con mi siguiente novela: El soldado del botón magenta (progresa adecuadamente como me decían en el colegio) y sobre todo de apostar por este mundo que son las letras.

Medito crear un evento literario muy semejante en Vitoria. Comenzaré llamando a unas cuantas puertas. Iremos viendo.

Mientras tanto aquí os dejo el cartel de Lloret Negre de este año. Esperando ya al que viene. Os emplazo a que valoréis acudir a este tipo de eventos, son siempre amables y llenos de gente estupenda. Buscad en vuestras ciudades o cerca de ellas. Hay muchas propuestas y variadas. Consumir cultura, parece mentira, pero ayuda a sentirse bien. Y conocer a las personas que se encuentran tras sus obras y humanizarlas es un placer.

La cultura no es un asunto elitista ni un universo paralelo; todo lo contrario. La cultura es ver la vida llena de matices.

Un saludo, escritores y lectores, y al lío.