Bien, partamos de los siguientes preceptos: escribir no es una tarea complicada, como tampoco lo es leer. Pero comunicar mediante las letras y sumergirse de lleno en la lectura de una buena novela, eso ya es harina de otro costal.
Digo novela porque es esta obra literaria la que voy a tratar. Mi devoción es la poesía, pero por su especial vínculo con las formas y la estética, hablaré de ella en otro post. Mientras tanto…
La novela: obra literaria narrativa de cierta extensión (entre 45.000 palabras y 200.000; más o menos) o también, y dicho de otra manera, género literario narrativo que se desarrolla sobre todo a partir de la Edad Media. Wikipedia. Nuestra socorrida Wikipedia. Aunque la intención que subyace tras esta pequeña puntualización, no es otra que esbozar la siguiente idea: la novela lleva muchísimos años entre nosotros y, a día de hoy, se puede decir que ya se ha escrito sobre prácticamente todo.
Sí, ser original es harto difícil. Pero tampoco creo que ese sea nuestro objetivo. Tocar un tema nunca por nadie antes tratado y vestirlo de primicia, por suerte, no debe ser nuestra meta. Nuestros esfuerzos deben centrarse en contar con credibilidad una historia atractiva y en hacerlo sirviéndonos de nuestra propia voz. Tres conceptos imprescindibles (y aquí es donde me pongo un poco exquisito) para llegar a conectar con nuestro lector, con aquel o aquella a quien queremos seducir con nuestra obra. Una novela solo se escribe para que sea leída.
CREDIBILIDAD
Es indispensable que el lector confíe en la historia y en quien la cuenta. Para ello debemos ser serios o serias y documentarnos a base de bien sobre el asunto a narrar. Tenemos que conocerlo todo: época, vestimentas, costumbres, jergas, peinados, lugares, hechos más significativos, lo que sea, todo, todo. Cuantos más detalles podamos conocer, mejor uso haremos de ellos y mejor centraremos al lector. Trabajo de campo. Leer, leer, leer y volver a leer novelas que traten tu misma temática. Sé que me puedo poner muy cabezota con lo de leer, pero es la mejor forma de ampliar conocimientos y habilidades.
La novela bien puede ser de ciencia ficción, que si la tratamos con profesionalidad y la dotas de un lenguaje adecuado, el resultado resultará creíble.
HISTORIA ATRACTIVA
Al final todo se reduce a contar, a tener algo que merece la pena ser compartido y ponerse a ello.
Al principio de este post advertía de lo complicado que es crear una historia ultranueva. No hace falta. Basta con que la historia tenga encanto y la elaboremos bien. Para ello es necesario conocer las partes de las que se compone una novela (planteamiento, nudo, desenlace; casi siempre) y estructurar bien nuestra historia para que no deje de enganchar.
Resulta interesante jugar con los ritmos para ir propiciando esos ganchos en los que el lector irá quedando atrapado sin darse cuenta. Y concluir resolviendo todas las expectativas creadas a lo largo de la obra. Prohibido aburrirse de escribir y dejar el desenlace a medias. Prohibidísimo defraudar al lector. ¿De acuerdo?
Mientras tanto y antes de llegar al punto y final, meditaremos bien cuáles serán nuestras escenas más sobresalientes y las ubicaremos debidamente a lo largo de la trama. La analista y literata C. S. Lakin, propone estructurar nuestra novela en, aproximadamente, 30 escenas divididas en tres capas. En la primera capa tendríamos las diez escenas más relevantes, aquellas sobre las que se debería apoyar nuestro relato, las destinadas a llevar el peso de la trama principal. Luego tendríamos una segunda capa compuesta por otras diez escenas. A los personajes tenemos que dotarlos de matices, de pliegues y para eso nos resultara muy enriquecedor crear distintas subtramas dónde el grosor de tinta se aligere para dar paso a momentos de menor carga dramática. Y ya por último, otras diez para integrarlo todo dentro de un mismo conjunto. A estas diez últimas yo les llamo las galerías, pues serán las encargadas de llevarnos de una estancia a la otra.
Sí, efectivamente, un buen libro se parece mucho a una cebolla aunque, sin desmerecer en nada a este dignísimo bulbo, una novela tiene la virtud de guardar en su interior un largo suspiro. Por eso nos merece la pena recubrir bien ese corazón de tinta. Os animo a que leáis a C. S. Lakin. Creo que trata la estructuración de este género literario desde una óptica muy particular y didáctica.
Yo mientras tanto a lo mío, a insistiros una vez más en que detrás de la creatividad hay un trabajo previo y una adecuada planificación. Me llamaréis pesado (lo soy), pero: trabajo de campo, borrador, documentación, perfecto conocimiento de cada personaje, jugar con los ritmos, final redondo… Y todo esto teniendo claro qué fin buscamos con nuestra novela, qué preguntas queremos introducir en nuestros leyentes.
Antes de empezar debemos preguntarnos qué idea o ideas queremos trasmitir, porque una vez sepamos cuál es el motivo que nos empuja a escribir, todo se nos hará más sencillo.
Os aseguro que merece la pena y mucho empezar con los deberes bien hechos, pues luego es cuando surge la magia. Al hecho de avanzar a lo largo de una novela yo le llamo: la magia, porque da igual que seamos Cervantes; una vez comencemos a escribir, los personajes cobraran vida y empezaran a moverse a su antojo. Son casi ingobernables, son seres terriblemente caprichosos y siempre estarán dispuestos a llevarnos la contraria y a hacernos la puñeta. De ahí que debamos adelantarnos a sus traviesas correrías.
En resumen, una buena historia puede encontrarse incluso dentro de nuestro propio vecindario, solo tenemos que saber prestar atención a los detalles y tener ilusión por contarla.
TU VOZ PROPIA
Cada uno tenemos nuestra propia forma de caminar, nuestros gustos y, cómo no, nuestra particular manera de expresarnos. Somos únicos y ahí es donde vamos a conseguir que nuestra novela sea única. Pero la cosa no es tan sencilla. Para lograr dar lustre a nuestra individualidad, tenemos que practicar, buscar, conocernos, leer, leer, leer mucho, y sobre todo escribir. Puedo ser muy pesado en este asunto, pero una novela son muchas páginas. Debemos estar siempre dispuestos a aprender, pues solo así conseguiremos sentirnos cómodos y trasmitir esa comodidad.
Nuestro estilo propio va con nosotros, con cada uno de nosotros, con nuestra particular e individual manera de entender la vida y está estrechamente relacionado con el ángulo desde el que observamos el devenir de los acontecimientos. Tal vez en un primer momento, a la hora de escribir, copiemos a nuestros autores favoritos, yo no me he librado de eso, pero es un buen comienzo, ya que nuestra voz, a base de escribir irá imponiéndose.
En resumen, tres patas para nuestra silla de escritor o escritora. Tres patas para que siempre esté equilibrada. Credibilidad, atractivo y ser nosotros mismo con nuestro propio estilo.
No hay fórmulas secretas para llegar a ser unos escritores súper ventas, pero sí para sentirnos orgulloso de nuestra novela.
Suerte, escritores, y al lío.