Tardaron en marchar las brumas.
En dejar el cielo entre trenzas de nata.
Tardó la mañana en calentar las ramas desnudas.
En llamar a mi ventana.
Tardó el viento en doblar la esquina.
Tardó en jugar con la hojarasca.
Pero al final lo hizo y todo empezó a respirar.
A un lado el dichoso betún y los sueños escondidos bajo la almohada.
A un lado las palabras huecas, las muecas, las lágrimas rotas, los portazos y las puertas y las miradas flacas.
Corriendo salí a peinar las aceras, y a robar ciruelas.
Y a poner a las nubes corbata.