Abuelos que estáis en el cielo
Tardes que anidaron en sus cabellos como olas de plata, como campos de centeno.
Tardes que anidaron en sus cabellos como olas de plata, como campos de centeno.
Que bonito sería poder inventarme más tiempo. Y que los domingos volvieran a oler a paseos de la mano y zapatos nuevos.
Tardaron en marchar las brumas. En dejar el cielo entre trenzas de nata.
Todavía camino de puntillas cuando a las mañanas me recibe frío el suelo.